A fines de la década de 1960, comienzan a desarrollarse probablemente los graffiti más representativos, los del metro de Nueva York. Realizados por jóvenes denominados writers (escritores) procedentes de etnias y ambientes sociales marginales, representan una subcultura de la calle, espontánea y underground, conectada con la música rap y el break dance. Los graffiti pueden adoptar distintos estilos o formas: tags (firmas o contraseñas), throw ups (nombre de dos o tres letras formando una unidad redondeada), entre otras.
Desde finales de la década de 1970, el fenómeno del graffiti se eleva en Nueva York a la categoría de arte mediante el apoyo de ciertos críticos y galerías que comienzan a exponer la obra de algunos writers convertidos en artistas, como Jean-Michel Basquiat, Keith Haring o Kenny Scharf, quienes realizan en sus obras una mezcla de signos e imágenes tomadas de la cultura de la calle con otras procedentes de la historia del arte o de la cultura.
A finales de los sesenta, comienzan a desarrollarse los graffitis más representativos, los del metro de Nueva York

Los primeros antecedentes del graffiti actual se manifies¬tan en los Estados Unidos a través de una técnica llamada bombing, que consistía en la acción de bombardear todas las paredes de la ciudad con el propósito de llamar la atención de la prensa y la comunidad.
Era una generación de clases bajas, víctimas de la sociedad, de una nación que avanzaba por el camino de la carrera armamentista, el auge económico y otras tantas banalidades.
El bombing comenzó en la ciudad norteamericana de Filadelfia. Luego se trasladó al South Bronx, en forma espontánea o voluntaria.
No es tan claro afirmar que el bombing inició la corrien¬te del writing, término con el que se conoce el acto de escribir en los vagones y paredes. El bombing reafirmó la postura que hasta entonces existía y en gran medida consolidó el camino a seguir. El writing a su vez tomó su forma definitiva de diálogo abierto con la sociedad en general y con sus mismos compañeros de expresión.

El arte del writing fue realizado por jóvenes denominados writers (escritores) procedentes de etnias y ambientes sociales marginales, que representan una subcultura de la calle, espontánea y underground, conectada con la música rap y el break dance .
Precisamente fue uno de estos primitivos writers, el pionero de los motion tags, nombre con el que se bauti¬zó al arte de marcar los vagones de metro con la firma en forma de garabato. Su apodo: Taxi 183, profe¬sión: mensajero de a pie. Además, acaparó el honor de ser el primero en llamar la atención de los todopoderosos medios de comunicación. De esa manera es que se convierte el New York Transit System o concretamente los vagones de trenes del metro en el elemento unificador y centro del graffiti. Mostrándole a muchos que no solo eran marcas de territorios o protestas. Había un mensaje en las paredes de esos vagones, un mensaje que viajaba por toda la ciudad, llamando a la reflexión de una sociedad que se encasillaba en clichés.
Se llega entonces, entre mediados y finales de los setenta, a una evolución en los estilos del graffitis con la técnica del tag o tagging (firmas o contraseñas), ) y los throw ups (nombre de dos o tres letras formando una unidad redondeada), entre otras.
A finales de la década de los sesenta, el writing incorpora imágenes de la iconografía popular tales como personajes de comics o de dibujos animados, e incluso en muchos casos de autorretratos en forma de caricatura. Con ellas, aparecen en escena piezas más complejas, que además de servir para distinguir a los grandes maestros de los participantes, se generalizan y amplían su tamaño hasta llegar a ocupar vagones completos.
Esto lleva a una competitividad feroz entre writers y crews (grupos de writers que trabajan en equipo), para conseguir el respeto de los demás rivales y compañeros.
El inicio de los 80 marcó un viraje pero en sentido negativo para el arte del grafftti. La autoridad metropolitana del tránsito (MTA), de New York comienza una batalla contra el graffiti. Dicha entidad es bautizada por los writers acertadamente con el nombre de buff, y sus métodos restrictivos tales como instalar nuevas vallas más sofisticadas en las cocheras de los vagones de metro, o recubrir los vagones con pintura resistente, generan una crisis en el writing.. Un gran número de artistas busca desesperadamente nuevas alternativas, y algunos de ellos emigran, con lo que el nuevo arte se extiende rápidamente por el viejo continente.
Se promulgan leyes restringiendo la venta de pintura a los jóvenes, se obliga a los vendedores de pintura a tener guardados los sprays bajo llave, y se endurecen las penas contra los writers. La consecuencia más inmediata de esta larga suma de elementos, es la escasez de "lienzos" para los artistas, lo que les hace más territoriales y agresivos, hasta el punto de que presentarse en las cocheras del metro desarmado, se convierte en una empresa solo accesible para pocos.
La década siguiente podemos denominarla como la fase de supervivencia. La autoridad metropolitana pone en servicio vagones de deshecho y los tags proliferan artísticamente, en forma pobre, empleando marcadores.
Cuando todo parece ya perdido aparece la explosión popular del hip hop a finales de los ochenta, y reaviva la llama de la cultura popular callejera. Alguien en la costa oeste informa de la mayor accesibilidad y menores medidas de seguridad en los trenes de mercancías, por lo que todos los artistas nuevamente son impulsados por la esperanza de revivir los viejos y siempre mejores tiempos, o simplemente por el deseo de conseguir una foto con su nombre en un vagón del metro.
Por su parte, el movimiento europeo se consolida, y empiezan las giras de writers americanos por Europa, y las peregrinaciones de writers europeos a Estados Unidos, difundiéndose con rapidez la cultura del writing por el viejo mundo.
Así pues, luego de haber pasado por incontables vicisitudes. Muchos writers de hoy han empezado a ganar dinero con su talento. Las calles de muchas ciudades del mundo muestran la fuerza que tiene la expresión del graffiti, convertido hoy en una cultura universal.